Yunuen
Esmeralda Díaz
Foucault pensaba en nuestra época como en un
mundo de heterotopías, un conjunto de territorios yuxtapuestos,
cambiantes, intermitentes: flujos de situaciones y deseos sobre un espacio que
transmuta indefinidamente. Bajo esta
concepción, el territorio reclamaría su reinado en contra del monopolio del
tiempo; ya no nos percibimos como sujetos sometidos a un proceso histórico sino
como seres circunstanciales, envueltos en redes de relaciones en las que los lugares y las personas a nuestro
alrededor nos posicionan en el mundo. El topos se desorganiza y reorganiza de
maneras diversas, la tierra prometida se craquela y cada
cual debe aprender a transitar por sus fragmentos, entre sus multiplicidades, a
unir los trozos y elaborar con ellos un sentido.
En las obras de Víctor Mora apreciamos esta afluencia de
experiencias que convergen sobre el lienzo, el tiempo es tan sólo un espasmo
que deja algunos rastros tras su exhalación: etiquetas, pequeños afiches,
sobres, patrones sepia. La identidad como elemento inestable que se reconstruye
en vestigios, en el encuentro con una ciudad tentacular, irreverente, plagada
de elementos en fuga que nos abisman en el desasosiego.
Con sus chorretes el artista insemina la obra, brota en
ella, presenta una cascada de imágenes que nos recuerdan el sobrecogimiento de
lo cotidiano: el juego de expectar y estar adentro, de transitar por esas
carreteras que ondulan sobre un espacio multicolor, festivo, nostálgico,
abierto en las entrañas.
Dos horizontes se abrevan en su obra: la ciudad en tanto
experiencia y lo femenino como escaparate. Los patrones son reminiscencias de
un tiempo en el que el cuerpo hallaba su medida en las prendas, antes de la
homologación impuesta no sólo en el vestido sino en el cuerpo y los deseos. Los
maniquíes revelan la seriación y normatización de una estética posmoderna, que
el artista intenta dotar de
singularidad. Hay la pregunta por el cuerpo y sus fantasmas, los recuerdos que
cobran vida en el papel, los patrones, las revistas viejas. Hay la pregunta por el otro, por lo otro, por
lo nuevo y lo viejo que subsisten en un mismo espacio hasta copular; por la
imagen y su desdoblamiento, sus pliegues y su repetición, la experiencia que se
desenvuelve como un rizoma para expandirse sobre el espacio y asirse a lo
efímero de la existencia.
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